Los ancianos de los pueblos no consideran el acto una violación, sino un ritual de limpieza. En varios distritos, a este rito suelen tener que someterse mujeres que quedaron viudas o aquellas que sufrieron un aborto. Sin embargo, aquí en Nsanje, son las adolescentes quienes, después de haber tenido su primera menstruación, deben tener relaciones sexuales con la hiena durante tres días. Y en caso de que se nieguen a someterse a ello, se cree que su familia, incluso el poblado entero, podría caer en desgracia. Pero a pesar de sus alardes, varias niñas a las que conozco en un poblado aledaño me muestran su aversión ante la dura prueba por la que tuvieron que pasar. Tenía que someterme a ello por el bien de mis padres, me cuenta una de ellas, María. Y eso me asustó, cuenta.
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Algo hay que decir sobre lo que ocurre en la mente masculina cuando se abre la posibilidad del amor anal. La perspectiva de aprovechar una alternativa distinta se presenta para la mayoría como un experimento, sin achares, tentador. Lo cierto es que a menudo es necesario utilizar todo un ritual para poder llevarlo a cabo que puede incluir caricias, orgasmos previos, y mucho, mucho lubricante. Si la tarea es engorrosa para el macho, podemos empezar a intuir lo que significa para ellas. Mejor, por baza, mostrar un poco de empatía y entender de verdad cómo se vive la experiencia desde la perspectiva del sexo convexo. Es muy intenso, ya no sabría decir si en el buen o en el mal arrepentido de la palabra.
